Brahms: Sinfonía nº 4 (2*)

OSCyL, Vasily Petrenko
29 y 30 de Marzo de 2019

Busto de Brahms en la ciudad austríaca de Mürzzuschlag, donde compuso su Cuarta Sinfonía

Que Brahms se empezó a acercar a la forma sinfónica con inquietud es bastante evidente por la cronología de sus obras. No fue hasta la edad de 43 años que completó su Primera Sinfonía. De hecho, la producción del compositor hasta ese momento, sugiere un proceso consciente de autoeducación. Unas cuantas obras orquestales de menor escala, incluidas las Variaciones sobre un tema de Haydn y el proto-sinfónico Concierto para piano nº 1, sugieren una preparación para lo que Brahms claramente veía como lo más elusivo de las empresas compositivas. Debía afrontar el desafío con habilidad y un espíritu individual, el del clasicismo refractado a través del prisma del romanticismo que llevó a muchos a declararlo heredero de Beethoven.

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Korngold: Concierto para violín

Clara Jumi Kang. OSCyL, Vasily Petrenko
29 y 30 de Marzo de 2019

Erich Korngold (1897-1957) fue un compositor moderno con un toque romántico. Es considerado, junto con Max Steiner (Lo que el viento se llevó) y Alfred Newman (Cumbres borrascosas / La conquista del Oeste) como uno de los padres de la música de cine. Korngold provenía de una familia musical de Brno, entonces parte del imperio austrohúngaro. Fue un niño prodigio y Mahler lo alentó a estudiar con Alexander Zemlinsky, quien también había sido maestro de Schoenberg. Korngold escribió su primera partitura orquestal a los 14 años, y completó su primera ópera, Die tote Stadt, en 1920, cuando solo tenía 23 años. Fue un éxito internacional. En 1934 le pidieron ir a Hollywood para adaptar la música incidental de Mendelsohn para el Sueño de una noche de verano a la película del mismo nombre. La película fue innovadora para su época, con las mayores estrellas del momento actuando en la comedia de Shakespeare: Olivia de Havilland, Dick Powell y un muy joven Mickey Rooney como Puck.

A partir de 1935, Korngold creó virtualmente el terreno de la música de cine, tratando cada película como una ópera sin canto y otorgando a cada personaje un leitmotiv individual. Sus partituras son muy románticas y contienen ricas melodías con vocación de ser memorables. Después de la Segunda Guerra Mundial, Korngold se apartó de la música de cine para dedicarse a la música de concierto. Desafortunadamente, su estilo a la usanza clásica no estaba en consonancia con el gusto musical moderno y quedaba pasado de moda. Hoy, en cambio, se le reconoce como un compositor muy original y dotado.

Una de las primeras obras serias de Korngold fue el Concierto para violín. Lo compuso en 1945 y se lo dedicó a Alma Mahler, la viuda de Gustav Mahler, quien tanto había hecho por él al alentarlo como niño prodigio. Se estrenó en 1947, con Jascha Heifetz como solista. El mismo Korngold dijo a propósito de la interpretación de Heifetz:

A pesar de la exigencia de virtuosismo en el finale, la obra, con sus muchos episodios melódicos y líricos está pensada más para un Caruso que para un Paganini. No hace falta decir lo encantado que estoy de ver mi concierto interpretado por Caruso y Paganini en una sola persona: Jascha Heifetz.

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Schubert: Obertura de Rosamunda

OSCyL, Vasily Petrenko
29 y 30 de Marzo de 2019

Helmina von Chézy (nacida Wilhelmina Christiana Klencke, 1783-1856) fue una escritora más ambiciosa que dotada, pero cuyo nombre se recuerda por su excelente gusto musical y su capacidad persuasiva ante dos de los grandes compositores de su época. Escribió el libreto para la ópera Euryanthe de Carl Maria von Weber, y se estaba preparando su estreno, en Viena, en Octubre de 1823, cuando se enamoró de la música de Schubert y lo convenció para que compusiera la música incidental de su pieza teatral Rosamunde, Fürstin von Zypern («Rosamunda, Princesa de Chipre»), que se presentó dos meses después, el 20 de diciembre. La ópera de Weber fue realmente estrenada con éxito, aunque el desafortunado texto de Chézy contribuyó a su escasa circulación posterior. Rosamunda, en cambio, fue un fracaso desde el principio, desapareciendo después de dos únicas representaciones; la contribución de Schubert es la única parte que sobrevive y continúa por sí sola. De este modo, la posteridad puede ser más generosa con Helmina por Chézy por la música que obtuvo, que por sus propios esfuerzos creativos. Debe señalarse que Schubert empleó uno de sus poemas en una de sus últimas y más notables canciones, Der Hirt auf dem Felsen (“El pastor en la roca”) un largo lied con clarinete obbligato.

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