Adams: Absolute Jest (2*)

Cuarteto Casals. OSCyL, Thierry Fischer.
2 y 3 de Mayo de 2024

La idea de Absolute Jest fue sugerida por una interpretación de Michael Tilson Thomas de Pulcinella de Stravinsky, una pieza que conocía de toda la vida pero a la que nunca había prestado mucha atención hasta que escuché a MTT dirigirla. Al escuchar esto (y sabiendo que ya estaba comprometido a componer algo para el centenario de la Sinfónica de San Francisco) me sentí súbitamente estimulado por la forma en que Stravinsky había absorbido los artefactos musicales del pasado y los había trabajado en su propio y muy personal lenguaje.

Pero ahí termina la comparación. Aparentemente, Stravinsky no estaba familiarizado con las canciones de Pergolesi ni con otras canciones napolitanas cuando Diaghilev le contrató. En cambio, yo amaba los cuartetos de cuerda de Beethoven desde mi adolescencia y hacer algo a partir de fragmentos del Opus 131, Opus 135, y la Grosse Fuge (además de algunos «tatuajes» más familiares de sus scherzos sinfónicos) fue un acto totalmente espontáneo para mí.

«Cuarteto de cuerdas y orquesta» es sin duda un agujero negro en el repertorio: ¿Hay alguna obra en ese formato que se escuche regularmente? Y hay buenas razones para ello. La primera es una simple cuestión de mobiliario: El problema de colocar cuatro solistas en la posición de «solista» pero aún frente al podio (para que puedan seguir al director de orquesta) es desalentador. Los músicos situados dentro, el segundo violín y la viola, a menudo se pierden para el público tanto visual como auditivamente.

Pero dejando a un lado la colocación en el escenario, el verdadero desafío es unir el tenso comportamiento y sonido de un cuarteto de cuerdas con la masa y la menos precisa textura de la gran orquesta. A menos que sea manejado muy hábilmente tanto por el compositor como por los intérpretes, la combinación de estos dos conjuntos puede resultar en una sensación de sobrecarga sensorial y expresiva.

En su estreno en marzo de 2012, el primer tercio de la pieza era en gran parte un tropo del scherzo del Cuarteto Opus 131 en Do menor, y sufría precisamente de ese problema. (…) Seis meses después del estreno decidí componer un comienzo diferente a Absolute Jest: 400 compases completos de música completamente nueva, reemplazando la sensación «cuadrangular» del scherzo Opus 131 por un pulso en 6/8 que lanza la pieza de una manera mucho más satisfactoria para mis oídos.

Los patrones de 6/8 recuerdan el mismo scherzo de la Novena Sinfonía, pero también convocan otras referencias – de la Sonata «Hammerklavier», de la Octava Sinfonía, y otros motivos arquetípicos de Beethoven que van y vienen como apariciones de cameos en un escenario.

El brioso scherzo triple del Cuarteto en Fa mayor Opus 135 (la obra final de Beethoven en ese formato) entra aproximadamente cuando Absolute Jest ha recorrido un tercio de su camino y se convierte en el material motivador dominante para el resto de la pieza, interrumpido sólo por una breve sección lenta que entrelaza fragmentos de la Grosse Fuge con el tema de la fuga de apertura del Cuarteto en Do menor. Una última y furiosa coda presenta al cuarteto de cuerdas solistas cargando a toda velocidad sobre un extenso pedal orquestal basado en las famosas progresiones armónicas de la Sonata de «Waldstein».

Absolute Jest obtuvo reacciones mixtas de los oyentes en su estreno. Bastantes críticos concluyeron, tal vez por su título, que la pieza era poco más que una broma aduladora. (Un periodista de Chicago se ofendió y no pudo sino expresar su disgusto ante el maltrato a la gran música de Beethoven).

No hay nada particularmente nuevo en que un compositor interiorice la música de otro y «la haga suya». Los compositores se sienten atraídos por la música de otros hasta el punto de querer vivir en ellas, y eso puede suceder de varias maneras, ya sea que Brahms haga variaciones sobre temas de Handel o Haydn, Liszt arregle para piano a  Wagner o Beethoven, Schoenberg haga un concierto de Monn o, más radicalmente, Berio «deconstruya» a Schubert.

Pero Absolute Jest no es un clon de la Gran Pianola Music o de mi Sinfonía de Cámara. Por supuesto que hay «guiños», algunos no del todo sutiles, aquí y allá en la pieza. Pero el acto de componer la obra (que me supuso casi un año de trabajo) fue la experiencia más prolongada en pura «invención» que jamás haya emprendido. Su creación fue para mí una emocionante lección de contrapunto, de transformación temática y diseño formal. La «broma» del título debe entenderse en términos de su significado en latín, «gesta»: hechos, hazañas, proezas. Me gusta pensar que la «broma» es un ejercicio del ingenio basado en la imaginación y la invención

John Adams

 

 

*Notas de la temporada 2018-19

Adams: Absolute Jest

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