Ravel: Mi madre, la oca (Suite)

OSCyL, Michel Plasson
7, 8, 9 y 10 de Enero de 2011

El fenomenal impacto de los «grandes éxitos» de Ravel (especialmente el del casi tristemente célebre Bolero) puede ocultarnos las sutilezas de sus obras más encantadoras, como Mi Madre, La Oca. De hecho, hay varias «versiones» de esa obra y  quizás convenga hacer algunas aclaraciones. Su música empezó a surgir en 1908 con la creación de un movimiento único para dúo de piano, la Pavana de la Bella Durmiente. (La famosa Pavana para una Infanta Difunta había sido escrita nueve años antes, en 1899.) En 1910 fueron compuestos cuatro dúos más, y la Suite (ahora llamada Mi Madre, La Oca con el subtítulo «Cinco piezas infantiles») se estrenó en París casi inmediatamente.

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Charpentier: Te Deum, H 146

18, 19, 21 y 22 de Diciembre de 2020
Ulrike Haller, Delia Agúndez, Marta Infante, Carles Prat, Josep Ramón Olivé, Coros de Castilla y León  [Coro Piccolo y Alterum Cor]. OSCyL, Jordi Casas.

Marc-Antoine Charpentier fue un compositor parisino del siglo XVII que estudió con Carissimi en Roma y contribuyó a poner en marcha la gradual infiltración de rasgos italianos en la música barroca francesa. Sus cuatro obras para el texto del Te Deum (un himno de acción de gracias, probablemente de principios de la Edad Media) son muestras de esa veta compositiva; de los  cuatro, el H. 146 es sin duda el más popular, hecho famoso por la adopción de su majestuoso Preludio orquestal como sintonía de Eurovisión en la década de 1950.

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Vivaldi: Gloria, RV 589

18, 19, 21 y 22 de Diciembre de 2020
Ulrike Haller, Delia Agúndez, Marta Infante, Carles Prat, Josep Ramón Olivé, Coros de Castilla y León  [Coro Piccolo y Alterum Cor]. OSCyL, Jordi Casas.

Entre todas las áreas de la experiencia y el esfuerzo humano, ha sido la religión quien quizás haya inspirado las mayores obras de arte. Ya sea tomando forma en los arabescos y mosaicos de la Gran Mezquita de Damasco o en la intrincada caligrafía y los detalles miniados de los libros sagrados, la espiritualidad ha motivado a innumerables artistas. La música, especialmente, juega un papel destacado en la imaginación religiosa, desde los himnos de la antigua Grecia, a las tradiciones cantorales del judaísmo y el islam, y hasta los continuos intentos de los compositores por plasmar los «cantos del cielo» en la música terrenal. Al componer música para dos de los textos litúrgicos cristianos más antiguos, el Gloria y el Magnificat, Antonio Vivaldi y Johann Sebastian Bach dieron un paso adelante en ese mismo camino. Si bien cada una de ellas lleva la huella única de su creador, también comparten muchos elementos estilísticos y están conectadas, en su inspiración, a todo el mundo del arte sacro.

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