Richard Strauss: Concierto para trompa nº 2

OSCyL, Radovan Vlatkovic, Jesús López Cobos
20 y 21 de Febrero de 2015

El padre de Richard Strauss, Franz Strauss, fue durante casi 50 años el trompa solista de la Orquesta de la Corte de Baviera en Munich, y uno de los grandes virtuosos de trompa de su tiempo. Cuando su hijo empezó a mostrar inequívocos signos de talento musical a los cuatro años de edad, Franz lo educó en una dieta estricta de clásicos, permitiéndole oír muy raras veces nada distinto antes de que cumpliera veinte años. La devoción que tuvo durante toda su vida por la música de Mozart, comenzó sin duda en esa época, en la que absorbió todas las posibilidades técnicas y expresivas de la trompa, que escuchó practicar a su padre día tras día durante su juventud.

Escrito en Viena, en el apogeo de la guerra en 1943, esta obra representa el primer auténtico concierto del compositor desde su primer Concierto para trompa, escrito 60 años antes, en 1883. Un tiempo muy distinto el del mundo de 1883, el año de la muerte de Wagner, y el año en el que dejaba la universidad y conocía a Hans von Bülow. Sesenta años después, Viena era un objetivo regular de las misiones de bombardeo de los aliados.

Aunque el mismo Strauss afirmó hallarse particularmente satisfecho con el movimiento final, toda la obra revela la mano de un maestro, una flexibilidad y libertad formal junto a una enorme habilidad para elaborar ideas musicales extraídas de los distintos motivos que abren la obra. El instrumento solista empieza [el primer movimiento, Allegro] con un inquisitivo tema de apertura basado en una disposición de notas en la tríada mayor, la serie de armónicos fundamental de la trompa. Durante más de cincuenta compases, la trompa canta rapsódicamente frente a un acompañamiento limitado a las cuerdas, llevando gradualmente a un completo estallido orquestal que revela retrospectivamente que todo lo que hemos escuchado hasta ahora está en la naturaleza de una gran introducción para el solista. El movimiento se desarrolla con una rica variedad de elaboraciones en contrapunto, con al menos media docena de diferentes ideas extraídas de la secuencia de apertura de la trompa.

El primer movimiento termina con la trompa solista tomando de nuevo el centro del escenario y equilibrando la larga apertura con música cada vez más elegíaca que desemboca, de modo muy natural, en el Andante, cuyo inicio presenta a los instrumentos de viento al unísono, con la trompa solista haciendo una pausa momentánea, para volver en el clímax de la canción de los vientos.

El final, [Rondo (allegro molto)], comienza con otro de esos gloriosos temas que Strauss inventó en tal abundancia y que se convierte una vez más en la base de la mayor parte del diálogo musical. La orquestación tiene algunos toques memorables, el más llamativo el gran momento en que, en el clímax del movimiento, las trompas de la orquesta se unen a la solista en una desenfrenada versión del tema principal. La elegante extravagancia de este final, y de hecho, la obra en su conjunto, desmiente los 78 años de edad del compositor.

Radek Baborák

 De la página de la Brandon Hill Chamber Orchestra

– ♦-

 

El croata Radovan Vlatković, nacido en Zagreb en 1962, era a los 20 años primer trompa de la Rundfunk-Sinfonieorchester de Berlin. La dejó en 1990 para iniciar una triunfal carrera como solista y dedicarse a la enseñanza de su instrumento, siendo actualmente profesor en el Mozarteum de Salzburgo y el titular de la Cátedra de Trompa de la Escuela Superior de Música Reina Sofía. Aquí le podemos ver en un par de clases magistrales, con el Concierto nº 1 de Strauss

el Segundo movimiento del de Glière,

y haciendo olvidar que Le rendez-vous de chasse de Rossini es para cuatro trompas. O cuatro lo que sea: